Además de ser obligatorias en algunos casos, el uso de la mascarilla ha resultado ser eficaz para evitar la propagación del Covid-19, por lo que su uso es más que recomendable. Sin embargo, muchos usuarios se quejan de que estos utensilios de protección son incómodos, dan calor y huelen. Aunque en esta última queja poco tiene que ver la mascarilla en sí. Ya que si se hace un uso adecuado de la mascarilla, ésta no debe oler mal. Así que en muchos casos hablamos de personas con mal aliento (o halitosis) que han descubierto que padecen este problema a raíz de ponerse la mascarilla. Pero, ¿qué produce lo produce y cómo acabar con la halitosis? Los profesionales de nuestra clínica dental en Guadix os responden en este post.
La halitosis afecta al 30% de la población adulta
Según datos de la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA), el 30% de la población adulta padece, o ha padecido alguna vez en su vida halitosis o mal aliento. Por esto, en muchos casos los usuarios de las mascarillas podrán notar que su mascarilla desprende un olor desagradable. Pero éste no estaría motivado por el material de la máscarilla, sino por las pequeñas gotas que salen de nuestra boca al respirar, hablar o estornudar y que se quedan retenidas en la mascarilla al secarse.
A esto hay que añadirle que las mascarillas homologadas tienen una vida útil limitada. Por ejemplo, en el caso de las mascarillas quirúrgicas, al pasar las cuatro o cinco horas, su material se satura y deja de filtrar bien, por lo que el olor se incrementa.
En el caso de las mascarillas FFP2, su durabilidad alcanza las 24 horas de uso y ayudan a evitar que el usuario contagie, y lo contagien. Aunque como decimos, el mal olor de la mascarilla se relaciona con casos de mal aliento de los que somos aún más conscientes por el uso de las mascarillas.
¿Qué causa el mal aliento?
En el 90% de los casos, el mal aliento está directamente relacionado con algún problema bucodental, más concretamente en la lengua o las encías.
Muchas veces en la higiene bucodental diaria nos olvidamos de la lengua, a pesar de que este músculo retiene restos de alimentos que pueden aumentar los problemas relacionados con la cavidad oral. Entre ellos, la halitosis.
Por lo que una de las principales causas del mal aliento es una mala higiene dental. Aunque el mal aliento también puede deberse a la boca seca o a una infección que puede acabar complicándose y dar lugar a la enfermedad de las encías.
Por tanto, si una persona detecta que tiene mal aliento, lo ideal es ir al dentista lo antes posible para evitar que el problema vaya a más. A veces la halitosis se puede solucionar con una limpieza dental profesional y una mejora de la higiene bucodental.
Otras causas que pueden producir mal aliento se relacionan con enfermedades como la diabetes no controlada, problemas gástricos, hepáticos o renerales. También se puede producir en personas con dietas muy estrictas que entren en cetosis metabólica, o en fumadores.
¿Cómo acabar con el mal aliento?
Para evitar sufrir un problema de mal aliento, es importante respetar las visitas regulares al dentista, al menos una cada seis meses. Además, se recomienda llevar una higiene bucodental adecuada, en la que no falte el uso de hilo dental y los enjuagues bucales recomendados por el dentista para cada caso. Si se utiliza algún tipo de aparato dental, también es importante limpiarlos adecuadamente.
Para evitar el mal aliento también debemos tener en cuenta que algunos alimentos como la carne, el atún, la cebolla o los ajos generan compuestos volátiles sulfurosos que afecta al aliento. Así que después de diagnosticar que se trate de algo puntual, el dentista valorará la causa mediante un estudio bucal, así como las mejores medidas para combatirlo.
En los casos en los que estas medidas no funcionen, será necesario visitar al médico digestivo o urólogo.
El uso del chicle puede ayudar en casos puntuales y concretos, pero un uso excesivo de este remedio puede empeorar el problema. Ya que al masticar chicle se engaña al estómago, el cual empieza a fabricar ácidos por pensar que va a recibir comida. Pero al no hacerlo, estos ácidos pueden potenciar el mal olor de boca y producir una gastritis por hipersecreción ácida.